miércoles, 7 de diciembre de 2011

Cuba en la Segunda Guerra Mundial

El siete de diciembre se marca el 70 aniversario del ataque a la base militar norteamericana en Pearl Harbor, Hawaii por las fuerzas del imperio japonés, así dando comienzo a la Segunda Guerra Mundial. El presidente estadounidense Franklin Delano Roosevelt calificó aquel día como “una fecha que vivirá en la infamia.” Pronto, la mayoría de las naciones latinoamericanas declararon la guerra a las potencias del Eje.

El nueve de diciembre de 1941, el gobierno cubano, bajo el mando del presidente Fulgencio Batista, le declaró la guerra a Japón. Hizo lo mismo con Alemania e Italia el 11 de diciembre.


    








martes, 29 de noviembre de 2011

Juan Gualberto Gómez Ferrer: un ilustre matancero


Escrito por José (Pepe) Martel. Publicado en Libre el lunes, 21 de Noviembre de 2011

Esa provincia de Cuba, Matanzas, conocida como “La Atenas” ha dado grandes hombres y uno de ellos este gran patriota cubano nacido en uno de sus municipios, Sabanilla del Encomendador. Hijos de esclavos pero libre de cadenas ya que sus padres lograron ahorrar unos pesos y pagarle al amo su libertad conocida en aquellos tiempos como ... De ese modo Juan Gualberto nació libre y con iguales derechos que cualquier cubano de aquella época de colonialismo y esclavitud.

Desde sus primeros años se le observó talento, formación, carácter y patriotismo íntegro muy a pesar de su color negro se desarrolló sin alentar racismo alguno. Luchó con tenacidad y fervor por la mejoría de su clase y por los derechos humanos de todos los cubanos aspirantes a vivir en libertad.

Fue en todo momento de su vida un compañero inseparable de José Martí, quienes se llamaban hermanos.
Periodista, escritor, orador, político y hombre de un prestigio insoslayable y puro. Conoció a Francisco Vicente Aguilera en París y en 1879 comenzó a conspirar junto a Martí. En 1880 fue apresado, juzgado y deportado a Ceuta cumpliendo una larga condena. En España intimó con un Don Rafael María de Labra (nacido en Cuba y desde niño llevado a Madrid) quien lo ayudó en todo y lo presentó en el Ateneo de Madrid donde ofreció varias conferencias siendo aclamado por consagrados políticos, escritores, poetas y grandes hombres españoles que se oponían a las colonizaciones.

De regreso a Cuba fundó el periódico El Separatista en La Habana. Oficialmente Juan Gualberto era el representante de Martí y tenía la plena autoridad y amplia responsabilidad en dictar instrucciones para cada grupo, movimiento, agrupación clandestina y coordinación de la guerra. El día 29 de enero de 1895 Martí le escribía a Juan Gualberto de puño y letra dándole las instrucciones del acuerdo suscrito en Nueva York con la firma de José Martí y José María Rodríguez en nombre del Generalísimo Máximo Gómez y Enrique Collazo.

En los primero días de febrero de 1895 sale de La Habana rumbo a Oriente para coordinar las futuras acciones de los movimientos alzados y el 24 de ese mes se alzaba cumpliendo sus órdenes el General Bartolomé Masó en Manzanillo. Sucesivos alzamientos en Guantánamo, Bayate, Baire y Jagüey Grande. Juan Gualberto lo hacía en el poblado oriental de Ibarra junto a Antonio López Coloma. Aquellos intentos fracasan por la no llegada de desembarcos de hombres y armas del exterior y solo el General Masó y su tropa pudo entablar combates con el enemigo.

El 2 de marzo de 1895 cayó prisionero de los españoles y conducido a La Habana ante el sanguinario capitán Calleja. Sometido a interrogatorios y torturas fue llevado a varias prisiones donde su calvario fue muy doloroso. No delató ni dijo lo que las autoridades españolas querían saber por lo cual la primera petición pena de muerte y al final 20 años de prisión y de nuevo deportado a Ceuta el 3 de septiembre de 1895. Más tarde trasladado a la cárcel de Valencia y en 1897 de vuelta a Cuba encerrado en las mazmorras de La Cabaña en ocasión de dictar el gobierno español las reformas autonómicas para la isla. Los desembarcos de Máximo Gómez y José Martí en Dos Ríos, la muerte de Martí en combate fueron acontecimientos que entristecieron su vida, no solo por el cariño y afectos que había entre ambos sino por el vacío que dejaba aquella muerte en las horas que más lo necesitaba la causa.

Ya liberado continuó luchando por la libertad de Cuba y más por la organización de la república. Integró la Asamblea de Santa Cruz (después Cerro) y ejerció en ella mucha influencia junto a Manuel Sanguily. Fue delegado de la Asamblea Constituyente de 1901 y un batallador incansable para la creación de la Carta Constitucional para la república y un opositor vehemente contra la Enmienda Platt. Su labor parlamentaria, política y periodista fue muy importante en aquellos tiempos de fundación de la nueva Cuba. Miembro del Partido Unión Democrática (PUD) junto al general Masó que discutía la presidencia frente a Tomás Estrada Palma, candidato favorito del gobierno norteamericano de turno y Juan Gualberto aspirante a representante a la Cámara. Las reiteradas disputas del general Masó con el gobernador Wood (amigo de JGG) produjeron un alineamiento con Alfredo Zayas, con quien hizo política hasta su muerte.

A la caída de Tomás Estrada Palma trabajó intensamente para sacar a los cubanos de esa intransigencia política que los embargaba. Las personas que lo conocieron destacan su inmenso talento, amplísima cultura y patriotismo inigualable. Fue un asistente sistemático a las tertulias del abogado José Antolín del Cuesto en su bufete donde se reunía con personalidades de esa época como Rafael Montoro, Fernández Marcané, Hernández Cartaya, Sánchez Bustamante y otros sabios cubanos.

Falleció en 1933 sin quejarse de nadie, sin acusar a nadie, aunque sorprendido por los caminos que tomaba Cuba con sus nuevas generaciones después de la caída del general Gerardo Machado.





domingo, 20 de noviembre de 2011

Develado el Monumento al Dr. Manuel Antonio de Varona






















El sábado, 19 de noviembre se llevó a cabo la delevación del monument al Dr. Manuel Antonio de Varona Loredo. El monumento, localizado en el Triangle Park de Miami, está integrado por un busto del Dr. de Varona sobre una columna de marmol. El busto es obra del recién fallecido escultor cubano Tony López.



















Durante el acto hablaron destacadas personalidades del exilio. Carlos de Varona Segura, hijo del Dr. de Varona, reconoció la labor de aquellos miembros del Comité “Monumento Dr. Manuel A. de Varona” quienes trabajaron para lograr que esta obra se llevara a cabo y presentó a los familiares del Dr. Varona allí presentes.


















El Dr. de Varona ocupó varios cargos políticos, entre ellos los de senador y primer ministro. Fue uno de los líderes principales y mas activos del exilio cubano hasta su fallecimiento en 1992.





jueves, 17 de noviembre de 2011

Juan Caballero Brunet

Por Lincoln Díaz-Balart
Publicado en el Diario Las Américas el 11 de noviembre de 2011

Hace unos días falleció en Miami mi tío, Juan Caballero Brunet, el hermano mayor de mi mamá.

Juan era un patriota cubano, como lo son, también, sus hermanos, Mario y Alfredo, y mi mamá, Hilda.

¡Lincote! Mi tío Juan me llamaba así. Nadie más me ha llamado de esa forma.

Juan Caballero Brunet era una de las personas más buenas, nobles, y cariñosas que jamás he conocido.

Abogado de profesión, y Representante a la Cámara en Cuba republicana, todos los fines de semana regresaba a su provincia de Camagüey a visitar a sus electores. Y, sin dinero, visitando todos los hogares en todos los barrios y vecindarios de la ciudad, fue electo Alcalde de Ciego de Ávila en las últimas elecciones que tuvo Cuba, en 1958.

Fue Juan quien nos enseñó a Mario mi hermano y a mí, la importancia de visitar, casa por casa, a los electores.

También recuerdo como me explicó, con su maravilloso sentido del humor, el valor de darle la mano a todo el mundo, la costumbre de los políticos en Estados Unidos. “Siempre me pareció eso una bobería”, me dijo, “y un día estaba en mi automóvil parado en una luz roja en Pensacola (donde Juan era profesor en la Universidad) y se me acercó y me dio la mano Earl Hutto, diciéndome Hello, I’m Congressman Earl Hutto, ¡y cuando fui a votar, vi su nombre en la boleta y voté por él! ¡Funciona, Lincote!” me decía riéndose.

Juan era, en los mejores sentidos de la palabra, como un niño. Amaba al prójimo. Todo lo material que tuvo, era para otros. Se desvivía por hacerle un favor a un amigo. Le era muy difícil entender el mal. Como un niño.

Recuerdo cuando me dijo que realmente entendió por primera vez lo que estábamos confrontando en Cuba. Habiendo llegado a Nueva York ese primero de enero de 1959 (¡sin ni siquiera un abrigo!) Juan vio por la televisión como las turbas en La Habana destruían los parquímetros. “En ese momento entendí que lo de Castro sería realmente serio”, me dijo.

Y Juan conoció el dolor profundo en ésta vida, especialmente cuando, ya viejito y enfermo, pero feliz porque vivía con su hijo, mi primo Jorge Enrique, uno de los seres humanos más llenos de amor concebibles, que junto a su hija (la nieta de Juan) Ana María, cuidaba a Juan, y Jorge Enrique murió repentinamente del corazón.

Después, Ana María y la hija de Ana María, Jordan, cuidaron a Juan de una forma bella y admirable.

Juan ya no siente el dolor. Está junto a Jorge Enrique y a sus padres –mis abuelos Juan y María– a su esposa Carmen y a tantos otros seres queridos en la presencia de Dios.

Y hasta que nos reunamos nuevamente con él y con todos ellos, recordaremos siempre a Juan Caballero Brunet con toda nuestra admiración, devoción, y supremo amor.

domingo, 16 de octubre de 2011

Alfredo Zayas Alfonso, el escritor

Además de su exitoso accionar político, Zayas deja una voluminosa obra literaria que incluye considerables aportes en las investigaciones lexicográficas no sólo en el ámbito de la isla sino del Caribe.

 
Por Armando de Armas, publicado en http://www.martinoticias.com/ el 06 de octubre de 2011



Si Alfredo Zayas Alfonso no hubiese pasado a la historia como presidente de la República de Cuba, entre 1921 y 1925, sin dudas lo hubiese hecho como intelectual, dado que el político y periodista, nacido en la habanera barriada de El Cerro el 21 de septiembre de 1861, cuenta en su haber con una sólida obra literaria manifiesta en varios géneros; más intelectual, la verdad sea dicha, que muchos de nuestros intelectuales al uso y al abuso, del pasado y del presente, pero, ¡ay!, sobre todo del presente.

Me refiero a esos intelectuales que, la voz engolada, opinan moderadamente ante los medios de difusión acerca de lo humano y lo divino, ponficando, profetizando, proponiendo, promoviendo, promoviéndose, sobre todo previéndose, siempre con una obra cumbre a punto de terminar, pero que nunca terminan, dotados de lo verbal, de una cultura de la oralidad, convenientemente situados en lo que ellos pomposamente llaman postmodernismo pero, paradójicamente, sin rebasar aún la era de los aedas, revoloteando, a veces pesadamente, en los estadios anteriores a la escritura, arriesgados trapecistas que, describiendo una extendida parábola en el espacio, en el espacio y en el tiempo, saltasen desde los primordiales cantares de gesta, pasando por alto la imprenta, hasta aterrizar en el presente de la virtuosa virtualidad.

Estos verbales, envarados además, ataviados de boina y desaliño, desbordando cariño, amor a la humanidad, a los pobres de la tierra, ecologistas y pacifistas, socialistas por más señas, socialistas vegetarianos, no carnívoros, faltaba más, defensores de la dictadura del centro, a todo trance y a veces en trance, diciendo una cosa y su contraria a un tiempo, apóstoles del lugar común, rebeldes contra Dios (acá nada arriesgarían puesto que de ateos presumen), sumisos ante la demagogia desbordada de la opinión pública, casi púbica, demagogia establecida como dogma de vida, y a veces de muerte, estos verbales, mirarían por sobre el hombro a AlfredoZayas Alfonso para decirle, ¿intelectual tú?, ja, intelectuales nosotros, tú serás, si acaso, político... con esa facha... uf... político y punto.

Pero Zayas cursó estudios en los colegios Madame Boblag y El Salvador, por lo que desde el inicio recibió una esmerada educación, y después logra matricular en la carrera de Licenciatura en Derecho, en la Universidad de La Habana, incorporándose a las tertulias intelectuales y políticas; pues los intereses de unas y de otras confluían adecuadamente en la persona del futuro presidente.

Zayas empieza su carrera política dentro del Partido Autonomista, donde se convierte en una importante figura, pero su pensamiento derivó, cada vez más, hacía entroncar con el de quienes proclamaban el camino de la insurrección y la independencia, por lo que en 1895 ingresa al Partido Revolucionario Cubano y, como resultado de su labor conspirativa, las autoridades coloniales decretaron su encierro y expulsión, confinándolo posteriormente en las prisiones españolas del norte de África; ¡vaya, verbales, tomen!, ustedes que presumían de rebeldes, acá tienen a un verdadero rebelde; no rebelde por moda de boina y desaliño, no, nada de eso, rebelde por tomar riesgos, pagar un precio por su rebeldía. Por supuesto, Zayas no la ha tenido fácil en ese sentido, y no la ha tenido fácil por el simple hecho de haber nacido en una nación que dio un Céspedes, que dio un Maceo, que tuvo un Gómez, y, para colmo, hasta un Martí le gana en cuanto a peripecia guerrera, debido a ello, debido a nuestra cultura de violencia, cultura de cuartel, del machete, del rompe y rasga, del dale al que no te dio, bueno, pues se le ha llegado a acusar hasta de cobarde, a endilgarle al patricio el nombrete de Saya, Saya en sustitución de Zayas, que usa saya, sayita, que es hembrita, sambenito que no le dieron los marxistas, sino los machistas, pero que los marxistas al mando alimentaron por aquello de la lucha de clases y la vía armada como vía santa para acceder al poder, poder absoluto por supuesto, pero no era cobarde, de cobarde nada, si no que prueben nuestros verbales, intelectuales al uso, ¡a ver si se atreven!, a correr los riesgos que Zayas corrió por los ideales libertarios en que creía.

Con el advenimiento del fin del poder español, Zayas aumenta su participación en el panorama político de la isla y ocupa, sucesivamente, las posiciones de fiscal y subsecretario de Justicia, ambas durante la intervención norteamericana, secretario de la Convención Constituyente de 1900, alcalde, concejal del La Habana, senador y presidente del Senado en 1905, vicepresidente de 1909 a 1913 en el gobierno de José Miguel Gómez y, por último, presidente de la República en el periodo de 1921 a 1925.

Pero, regresando a la índole intelectual del político, digamos que presidió la Academia de la Historia de Cuba y la Sociedad Económica de Amigos del País, fue director de la revista Habana Literaria, y escribió para publicaciones como La Discusión, Revista Cubana, El Teatro, El Fígaro, Bohemia y, por otro lado, compiló en dos tomos las obras de José de la Luz y Caballero, 1890-1891. Zayas deja además una voluminosa obra de su autoría, entre la que cabe destacar Cuba autonómica, 1899, El presbítero D. José Agustín Caballero, su vida y sus obras, 1891, Un capítulo de la historia general de Cuba: 1867-1868, 1916, y La poesía patriótica en Cuba hasta 1868, 1930.

No obstante, donde la labor intelectual de Zayas viene a alcanzar relevancia, y no sólo en el ámbito nacional sino en el caribeño, es en el de las investigaciones lexicográficas, con obras como Diccionario de voces usadas por los aborígenes de las Antillas Mayores y de algunas de las Menores y consideraciones acerca de su significación y de su formación, publicada en La Habana en 1914 y editada por segunda vez en 1921. Pero Zayas no sólo incursionó en la ensayística y en las investigaciones lexicográficas sino que, poeta romántico, escribió los volúmenes Motivos de mis versos, 1878, además de los títulos Balance, Chasco, La cita y Al Caer la Nieve; escrito este último, hay que decir, en 1896 y tras las rejas de la Cárcel Modelo de Madrid.

A finales de 1897, tras salir de la prisión, Zayas se establece en Cayo Hueso, Estados Unidos, ciudad muy activa dentro de la delegación del Partido Revolucionario Cubano, y ocurre que su dominio del idioma inglés le facilita el trabajo de cabildeó en los círculos de la alta política norteamericana y, desde esa nación, establece una red de comunicaciones con los revolucionarios de Pinar del Río y La Habana, y organiza exitosos envíos de municiones y alimentos; destacándose así en la lucha por la independencia de Cuba.

En tanto político Zayas fue el cuarto presidente de la República, sustituyendo a Mario García Menocal, y su administración no estuvo exenta de crisis que el mandatario supo solucionar mediante el diálogo y los pactos, al punto de resolver la insurrección del Movimiento de Veteranos y Patriotas sin disparar un tiro.

En agosto de 1923 Zayas sancionó la denominada Ley de los Sargentos, en virtud de la cual se concedía una serie de beneficios a ese estamento militar y, entre 1923 y 1925, se dictaron medidas y ocurrieron acontecimientos de gran resonancia pública, como el de la compra, por el Estado, del antiguo y ruinoso Convento de Santa Clara de Asís de La Habana, en una cifra que supuestamente doblaba la que una firma privada había pagado anteriormente, hecho que motivó la famosa Protesta de los Trece, en la que un grupo de jóvenes intelectuales denunció en acto público la transacción. En 1923, Zayas dictó un decreto que reconocía la personalidad jurídica de la Federación de Estudiantes de la Universidad de La Habana, y consagraba el principio de intervención del alumnado en el gobierno del alto centro docente.

Otras disposiciones que aprobó fueron la Ley de Reforma de la Renta de Lotería Nacional, la Ley de Consolidación Ferroviaria o Ley Tarafa, la Ley de Garantía para la Expropiación Forzosa de Tierras para el Monopolio de la Electricidad y la Ley para el Dragado de la Bahía de Cárdenas; asimismo aprobó la amnistía para liberar o perdonar a los encausados por malversación de fondos en la Renta de Lotería Nacional y otras dependencias estatales.

Muerto en La Habana en abril de 1934, dedicado a la escritura y la investigación histórica desde que abandonara la presidencia, presidencia que por otro lado sería recordada como una de las más respetuosas de las libertades individuales en la isla, Alfredo Zayas Alfonso corrió la suerte, o mala suerte, de muchos hombres que, siendo grandes no sólo en la política sino también en las letras, terminan, como Winston Churchill y Orestes Ferrara, recordados sólo por el accionar, ciertamente más ostentoso, en los entresijos del poder e ignorados en el accionar, ciertamente más pudendo, en las entelequias del pensamiento; pero, pésele a quien le pese, el presidente Zayas es más intelectual, la verdad sea dicha, que muchos de nuestros intelectuales al uso y al abuso, del pasado y del presente, pero, ¡ay!, sobre todo del presente.



viernes, 14 de octubre de 2011

La transparencia de Mañach*



LA HABANA, Cuba, octubre, www.cubanet.org -Entre las tantas conmemoraciones cerradas que nos ha traído este año 2011, no es posible ignorar el cincuenta aniversario de la muerte del intelectual cubano Jorge Mañach, ocurrida en Puerto Rico, país al que había emigrado en 1960 cuando ya el sistema comunista se insinuaba sobre nuestra patria.

Muchos son los aspectos que podrían tratarse acerca de la labor de Mañach en los campos de la política y la cultura, entre ellos las tantas polémicas en las que participó a lo largo de su vida. Sostuvo controversias con Rubén Martínez Villena, Raúl Roa y Gastón Baquero, entre otros. Pero siempre me ha resaltado la pugna que lo enfrentó en 1949, desde las páginas de la revista Bohemia, al poeta José Lezama Lima.

Mientras que Lezama y sus compañeros de la revista Orígenes sostenían que su República de las Letras debía de enclavarse al margen de la cosa pública, y en consecuencia se proyectaban como poetas y ensayistas químicamente puros, Mañach era partidario de continuar la gran tradición del intelectual americano: responder al menester público, no sustraerse a él; vivir en la Historia, no fuera de ella.

Esa faceta de intelectual comprometido con la sociedad dio lugar a otra característica que signaría su obra literaria y periodística: la transparencia. Es decir, que mientras otros escritores usaban la alegoría o la metáfora para reflejar la realidad, Mañach se acercaba a ella de un modo directo, aun sin abandonar la elegancia y profundidad de su prosa. Y un autor que escribiera de esa manera, y además estuviese firmemente identificado con la democracia liberal, por supuesto que no podía quedar indiferente ante el drama que afrontó Cuba a partir de 1959.

La cultura oficialista lo sumió en el olvido. Intentaron escamotearle sus méritos como conductor de la Revista de Avance al atribuirle los mayores lauros a Juan Marinello. De igual forma, algunos pretendieron escribir una antología del ensayo cubano sin mencionar su nombre. Pero el odio hacia Mañach aumentaría cuando se dieron cuenta de que no podían encasillarlo.

El castrismo emplea con frecuencia un método esquemático de clasificación: todo aquel que no se identifique con el marxismo-leninismo aplicado en la isla, es un vendido al imperialismo yanqui. Mañach siempre fue antimarxista y antileninista; sin embargo, en su discurso de ingreso en la Academia de la Historia de Cuba, expresó que “no habíamos accedido a la nación durante la República debido a la insustanciación económica y social de la independencia por un lado, y por otro el plattismo que dejó como intervenida por voluntad ajena la aspiración de la conciencia cubana”. O sea, que Mañach constituye un ejemplo— por supuesto, hay millones más— de que se puede ser anticomunista y anticastrista, y a la vez ser un nacionalista defensor de nuestra soberanía.

La transparencia lo iba a acompañar hasta el final de su vida. Ya en el exilio manifestó, de un modo claro y preciso, lo que había significado el giro hacia el comunismo en Cuba: “El establecimiento de una república socialista en Cuba es una doble traición. Primero, a la vocación histórica de Cuba, asociada a la de todos los países americanos bajo el signo de la libertad. Después es una traición al mandato tácito que Fidel recibió cuando peleaba en la Sierra Maestra, y a los convenios explícitos que firmó con otros grupos de la oposición. A lo que no estaba autorizado el fidelismo era a cambiar radicalmente la estructura institucional y social de la nación cubana sin el previo y explícito consentimiento de nuestro pueblo”. (Bohemia Libre. New York, 18 de junio de 1961).

* Por Orlando Freire Santana, publicado el lunes, 10 de octubre de 2011








martes, 11 de octubre de 2011

Fotografía histórica


El Dr. Ramón Grau San Martín reunido con el periodista y representante José Pardo Llada.

miércoles, 5 de octubre de 2011

Ante la muerte de Carlos Ripoll

Publicado en el Diario Las Américas el 4 de octubre de 2011


Por Eduardo Lolo*


Ha muerto Carlos Ripoll. De su propia mano, desesperanzada. José Martí pierde a un amigo sincero y Cuba a un hijo digno que nunca cesó de denunciar a cuanto tirano hizo de la Patria un pedestal. De ahí su condición de exiliado triple: de muy joven, cuando el machadato; luego, ante los desmanes del Batista golpista; por último, ante el asalto totalitario del castrismo. Y siempre con la denuncia oportuna y la actitud vertical, aunque no siempre fuera “políticamente correcto.”
A la intransigencia patria Ripoll sumó un talento intelectual extraordinario que, unido a una metodología de trabajo de profesionalismo impoluto, una constancia a prueba de desmanes y un desinterés material de otra época, dio como resultado la publicación de decenas de libros de estudios martianos y otros temas históricos cubanos que constituyen hoy en día obras de información y consulta obligatoria para los especialistas de temas cubanos.

Llegado a los EE.UU. en los sesenta sin otro patrimonio que su talento, Ripoll supo hacerse de un lugar destacado en el mundo universitario norteamericano como catedrático de la Universidad de la Ciudad de Nueva York (CUNY) y profesor visitante en otros importantes centros de enseñanza superior tales la Florida International University. Dictó conferencias, impartió seminarios, presentó denuncias ante organismos internacionales y colaboró con cuantos llamaran a su puerta a nombre de Cuba, que era como tocar en su alma.

Como investigador, sus trabajos sobre José Martí cubren 4 décadas de profundos estudios. Su primer libro sobre el Apóstol data de 1971 y deja al partir un último volumen en la imprenta, en el cual venía trabajando desde hacía más de un año. Su labor de promoción de la obra literaria de Martí no fue menor a través de la edición de antologías y el rescate de escritos martianos que se creía perdidos o cuya existencia se desconocía en el siglo XX. Y la mayor parte de esas publicaciones con el sello de la Editorial Dos Ríos que él mismo fundara y costeara personalmente. De ahí que no dude en aseverar que a partir de las primeras obras martianas de Carlos Ripoll y la fundación de la Editorial Dos Ríos en Nueva York, nadie podría ya acometer ningún estudio serio sobre José Martí sin acudir a la colosal labor de análisis, reivindicación, divulgación, interpretación, ordenamiento e investigación de la obra y la vida del Apóstol debida a los esfuerzos y el talento combinados de Carlos Ripoll, un estudioso martiano a tiempo completo –y a alma completa.

Cuba fue su otro gran tema. Como dolor pasado en tanto que historia y como angustia presente derivado de aquél. Su mirar hacia atrás no era más que un hurgar en las entrañas de su pueblo para denunciar sus heridas sangrantes de tiempo. En efecto, paralelamente a sus estudios martianos y como una especie de complemento o desprendimiento de los mismos, pueden identificarse en la vasta obra de Ripoll profundísimos ensayos donde Cuba alcanza, como sujeto y objeto de examen y exploración, un sitial que en cualquier otro autor serviría para considerarlo un especialista del tema.

Pero el rango intelectual de Ripoll abarcó otros temas y disciplinas donde también produjo trabajos de incalculable labor: sus estudios sobre el ensayo latinoamericano, el teatro y obras del canon peninsular, siguen siendo utilizados en las mejores universidades de los EE.UU. Cultivó el periodismo literario (fue asiduo columnista del Diario las Américas y otros medios tanto generales como académicos) y fue director de una de las publicaciones cubanas del exilio de mayor solidez intelectual: la Revista Cubana, aparecida en Nueva York en 1968. También incursionó en la ficción.

Como exiliado triple, Ripoll se incorporó a cuanta causa justa encontró a su paso por el tiempo, lo cual consideraba un deber ineludible; habló y escribió siempre con la patria adolorida en medio de la frente, que era su forma de ser cubano. Y todo ello sin protagonismos vanidosos ni afán de recompensa. Vivió mucho, pero no tanto por los años acumulados (que fueron 90), como por haber vivido en el bien, con el bien y para el bien. Vidas así no pueden contabilizarse en años, sino en fulgores.

Por todo lo anterior es que Carlos Ripoll permanece entonces más allá de sí mismo. Una vez más cumplimos el deber, desgraciadamente casi cotidiano, de depositar los restos físicos de un exiliado cubano en una tumba incómoda, como es toda sepultura en suelo extranjero. Del exilio en vida pasamos al exilio en muerte. Pero hombres y mujeres como Carlos Ripoll tienen garantizado un regreso al mismo polvo del cual provinieron. Les avala el retorno físico su obra creada a estocadas de honor. Muchos de los libros de Ripoll han entrado clandestinamente a Cuba, donde son leídos con avidez por cubanos del insilio, ávidos de tiempos nuevos. Martí escribió para esos tiempos, que no han llegado. Carlos Ripoll, por extensión, hizo lo mismo. Me imagino que ya habrán de haberse conocido personalmente, extendidas sus manos francas. Porque es el caso que ambos tienen mucho que hacer por Cuba todavía.



*El Dr. Eduardo Lolo es autor de varios libros sobre José Martí. Fue también el editor de la antología crítica “Su mano franca. Acerca de Carlos Ripoll” (2010). http://eduardololo.com

domingo, 2 de octubre de 2011

El Rescate de Orestes Ferrara


El Museo Histórico del Sur de la Florida, conocido como History Miami, está presentando la exhibición Aviation in Miami: The First 100 Years (La Aviación en Miami: Los Primeros 100 Años). Entre los aspectos de la aviación en Miami existe una sección interesante sobre un incidente en el cual estuvo involucrado el Dr. Orestes Ferrara Marino, destacado escritor y politico cubano de origen italiano. La descripción en la exibición dice así:


“En agosto de 1933, el Secretario de Estado cubano Orestes Ferrara y su esposa María Luisa Sánchez huyeron de La Habana en el vuelo de la Pan American con rumbo a Miami. Ferrara había reservado boletos en el vuelo tras la caida del president Gerardo Machado, esperando irse sin incidente. Buscando vengarse en contra de los seguidores de Machado, una turba enfurecida los persiguió hasta el puerto. El piloto de la Pan American, Leo Terletsky, los montó en el avión y despegó bajo una lluvia de balas. Adeptos enojados del nuevo gobierno cubano esperaron el vuelo en Dinner Key, hacienda que la policía municipal de Miami escoltara a la pareja hacia un lugar seguro. Este fue el primer incidente político internacional que involucró a la aviación commercial en Miami.”


Dr. Orestes Ferrara Marino


Formulario 548 del Dr. Ferrara





Entre los documentos y artefactos relacionados con el Dr. Ferrara se encuentran un modelo del Sikorsky S-40 en el cual escaparon el Dr. Ferrara y su esposa, una foto del Dr. Ferrara, una foto del interior del avión y la copia del formulario 548 de inmigración del Dr. Ferrara.



Sikorsky S-40 en el cual escaparon el Dr. Ferrara y su esposa.


Interior del Sikorsky S-40.












La exhibición permanecerá abierta hasta el 22 de julio de 2012. El Museo está ubicado en el 101 West Flagler Street, en el Downtown de Miami. Está abierto de martes a viernes de 10 AM a 5 PM y de sábado a domingo de 12 PM a 5 PM. Para mas información, visite www.historymiami.org

sábado, 17 de septiembre de 2011

Presentación del libro Republican Cuba del Dr. Raúl Chao

El libro Republican Cuba, del Dr. Raúl Chao, es una obra detallada y documentada de las figuras y los hechos que forjaron la historia Cuba Republicana entre 1902 y 1959. A continuación, fotos y video de la presentación del libro.


jueves, 15 de septiembre de 2011

En Torno a una Carta Inédita de José Martí a Manuel Mercado (Tercera y Última Parte)

Meses después Martí descubrió la triste realidad de las políticas de Barrios. Los indígenas no dejaron de ser pobres; Barrios los obligó a continuar viviendo en el modelo represivo de la colonia. La promoción de la economía del café terminó destruyendo las comunidades Maya. Las tierras comunales de los nativos fueron privatizadas sin compensación adecuada. Muchos indígenas se enfermaban y morían al ser obligados a vivir en las alturas de las montañas. La iconografía y simbolismo Maya en la bandera era solo propaganda e ilusión retórica. Los Mayas continuaban eliminados del poder político de Guatemala.


A pesar de eso, Martí siguió estudiando a Barrios cuidadosamente por un tiempo, mientras trabajaba bajo el liderazgo del cubano José María Izaguirre (1828-1905). Izaguirre era ex miembro de la Asamblea Constituyente de Guáimaro por el Distrito de Jiguaní (10 al 11 abril de 1869), y fundador de la Escuela Normal de Maestros de Guatemala, a cuya facultad se unió Martí el 29 de Mayo de 1877. Muy pronto, sin embargo, Martí no pudo reprimir su desagrado con Barrios. En Marzo 8 de 1878 le escribió a Manuel Mercado y compartió con él su desilusión. Para empeorar las cosas, Izaguirre fue acusado de abusar de su autoridad y menospreciar la cultura guatemalteca por el exceso de celo en su labor por la independencia de Cuba.

Mercado le respondió a Martí pidiéndole paciencia y compartiendo con él un secreto que lo consumía: la vergüenza por haber accedido a una alianza con Porfirio Díaz y haber conspirado en su favor en 1876, violando la lealtad que le debía a Lerdo de Quesada siendo como era un funcionario de su gobierno. Mercado le pidió a Martí que guardara el secreto de su ingratitud con Lerdo, de la cual no se sentía orgulloso.

A finales de Marzo de 1878 el Presidente Barrios despidió a Izaguirre como director de la Normal de Guatemala. El 2 de Abril de 1878 Martí le escribió a Mercado desde Ciudad Guatemala la carta inédita objeto de este artículo, asegurándole la total seguridad de su secreto.

«Guatemala, 2 de Abril 1878

A Manuel Mercado:

Honorable y amado amigo:

No dudo que nuestra conversación lo haya hecho reflexionar.

Es envidiable lo que puede hacer un hombre como usted por sus ideas.

Aún cuando no me sienta yo con ánimos de hacer cosa alguna no se preocupe usted por sus ideas, nuestra conversación es parte ya de mis consideraciones más urgentes.

Estimado amigo, bien sabe usted el afecto que le profeso.

No tema, su secreto está seguro conmigo.

Martí.»

El 6 de Abril Martí renunció a su posición en la Normal de Maestros en solidaridad con Izaguirre, dando por terminada su relación con Barrios y Guatemala. En una carta del 20 de Abril de 1878 a Manuel Mercado le expone:

«me veo obligado a renunciar las pocas cátedras que me quedaban; a irme del país, y a hacerles sentir mi desdén antes que ellos me hicieran sentir su injusticia.»

La Guerra del ‘68 había terminado en Cuba con el Pacto del Zanjón en Febrero de 1878. Martí decidió volver a Cuba en Julio de 1878, acogiéndose a la amnistía general que se ofreció en el Pacto del Zanjón a todos los exiliados.
    
Jose Julian Marti
Martí y Carmen, esperando su primer hijo, salieron de Guatemala el 6 de Julio de 1878, poco después de un año de haber vivido allí. Fue así que José Francisco Martí Zayas-Bazán (Ismaelillo) nació en La Habana el 22 de Noviembre de 1878.

Martí fue de nuevo expulsado a España y desde allí escapó a Nueva York, donde comenzó a trabajar febrilmente en lo que llamó «la Tregua Fecunda» (1878-1895), periodo durante el cual se forjó la unidad de los cubanos de la isla y el exterior para lograr la independencia de Cuba.


Carmen Zayas Bazan

Echando a un lado sus divergencias políticas con Porfirio Díaz, el 23 de Julio de 1894, diecisiete años después de su salida de México, Martí solicitó —por medio de Manuel Mercado, que desde 1882 oficiaba como Subsecretario de Gobernación de México— una entrevista con Porfirio Díaz con el objeto de solicitar recursos económicos y el reconocimiento de México a la beligerancia en Cuba. Ignorando que en 1876 se había expresado de Porfirio Díaz como «un hombre que se declara por su exclusiva voluntad, señor de hombres,» Martí, en esa nueva ocasión, argumentó:

« quien solicita la reunión no es un cubano cualquiera sino un cubano prudente [...] que ha probado sin alarde, y en horas críticas, su amor vigilante a México,» añadiendo « no vengo a dirigirme al jefe oficial de la República que luchó ayer por lo que Cuba vuelve a luchar hoy, sino al hombre cauto y de fuerte corazón que padeció por la libertad del continente, que la mantiene hoy con la dignidad y unidad que da a su pueblo, y que no puede desoír, ni ver como extraños, a los que a las puertas de su patria, en el crucero futuro y cercano del mundo y frente a una nación ajena y necesitada, van a batallar por el decoro y bienestar de sus compatriotas, y el equilibrio y seguridad de nuestra América.»

El primero de Agosto de 1894 se llevó a cabo la entrevista entre José Martí y Porfirio Díaz en el Palacio de Chapultepec. Porfirio Díaz conversó largamente con Martí, pero no accedió a reconocer la beligerancia a los cubanos, ni a ofrecer puerto seguro a las embarcaciones del ejército cubano en armas, ni a permitir la organización de expediciones desde territorio Mexicano. Respondiendo a las cortesías y halagos de Martí le concedió una ayuda monetaria de 20,000 pesos oro, con esperanzas infundadas de que algún día Martí pudiera devolverle la cortesía apoyando el sueño de Porfirio Díaz de anexar la isla de Cuba a la República Mexicana.


Raúl Eduardo Chao





En Torno a una Carta Inédita de José Martí a Manuel Mercado (Segunda Parte)

Para poner punto final a su sentir por la democracia mexicana Martí publicó en Diciembre de 1876 tres artículos acusatorios a los porfiristas. En uno de ellos afirmaba:


«Una revolución es necesaria todavía: la que no haga Presidente a su caudillo, la revolución contra todas las revoluciones: el levantamiento de todos los hombres pacíficos, una vez soldados, para que ni ellos ni nadie vuelvan a serlo.»

Por una de esas incomprensibles decisiones de los pueblos, meses después, en Mayo de 1877, Martí lamentó que el General Porfirio Díaz resultara electo en unas honradas elecciones convocadas por el encargado del poder ejecutivo de la Unión Mexicana, el General Porfirista Juan Nepomuceno Méndez (1824-1894), uno de los héroes de la Batalla de Puebla contra los franceses el 5 de Mayo de 1862.

El 29 de Diciembre de 1876 Martí parió en tren hacia Veracruz y desde allí embarcó hacia Cuba el día 2 de Enero de 1877 en el vapor Ebro. Llevaba consigo un pasaporte mexicano —que le consiguió Manuel Mercado— a nombre de Julián Pérez. Su propósito era hacer gestiones para poder repatriar su familia a Cuba. En esa ocasión le escribió a Manuel Mercado diciéndole:

«Podría ser que yo cayese preso, pero no estaría constantemente incomunicado, y el viaje de ellas [sus hermanas], comprado con mi libertad, ya que tanto han sufrido por mi culpa; siempre se haría…»

En el muelle de La Habana lo esperaron el día 6 de Enero su madre, Doña Leonor, y sus hermanas Antonia y Leonor (la Chata), que habían retornado a Cuba unos días antes. En casa de la Chata y su esposo Manuel, se alojaron todos.

El José Martí que tan exitosamente ejercería la profesión de periodista en Nueva York y que podía en 1895 ahorrar lo suficiente como para financiar muchos de los gastos de las expediciones a Cuba durante la Guerra del ‘95, se vio en La Habana sin dinero y sin medios para traer el resto de su familia desde Ciudad México. Afortunadamente encontró allí el abrazo acogedor de su hermano y amigo del alma Fermín Valdés Domínguez (1852-1910).



Fermin Valdes Dominguez

Fermín vivía con su hermano Eusebio en una gran casona en la esquina de Industria y San Miguel, propiedad del padre adoptivo de ambos, Don José Mariano Domínguez Salvajáuregui (1812-1877). Don Mariano era en 1877 un ilustre presbítero guatemalteco entregado por completo al servicio de sus fieles en la Habana. Tanto Fermín (Médico) como Eusebio (Abogado) tenían una sólida posición económica y ofrecieron a Martí los fondos necesarios para trasladar su familia a Cuba y para iniciar con Carmen su vida matrimonial en Guatemala. El noble capellán, que prácticamente había visto a Martí crecer en su casa, lo consideraba y amaba como a un tercer hijo. No vaciló en ofrecerle cartas de presentación para sus viejos afectos en la capital de Guatemala. Como si estuviera esperando esa ocasión para demostrar a Martí el cariño de un segundo padre, Don José Mariano falleció unos días después, el 2 de Febrero de 1877.

La estancia clandestina de Martí en la Habana duró exactamente siete semanas; el 24 de Febrero partió hacia la América Central, desembarcando en Belice y viajando en lomo de mula hasta Zacapa después de atravesar «altos volcanes y fértiles tierras adornadas de café, maíz y caña de azúcar… una tierra hospitalaria, rica y franca.»

A principios del mes de Marzo de 1877, en una carta a Manuel Mercado, Martí le comunicó sus intenciones de no retornar permanentemente a México sino fijar destino en Guatemala. No podía tolerar la deposición de Lerdo de Tejada y el arribo al poder de la tiranía conservadora de Porfirio Díaz. En palabras dolorosas de escribir le explicó a Manuel Mercado que «un hombre libre, con un poco de luz en la frente, no puede vivir donde mandan los tiranos.»

José Martí llevó a Ciudad Guatemala las cartas de recomendación de Don José Mariano dirigidas a personalidades de ese país, entre ellas al presidente Justo Rufino Barrios (1835-1885). Ya en Mayo de ese año le nombraron Profesor de Literatura en la Escuela Normal y Catedrático de Literatura Francesa, Inglesa, Italiana, Alemana y de Historia de la Filosofía en la Universidad de Guatemala. Así pudo establecer su residencia en el próspero barrio de Ciudad Vieja, al sur de la ciudad. Martí hizo amistad en Guatemala con un prócer independentista —nacido en Sevilla y educado en Londres— que había llegado a ser presidente de la República, Miguel García Granados (1809-1878), que lo recibió en su hogar, donde las tertulias eran ricas en lo político, en literatura y cultura en general. Es allí que Martí conoció a María, una de las hijas de García Granados, recordada en sus poesías como La Niña de Guatemala.

Justo Rufino Barrios


Miguel Garcia Granados

















En Diciembre de 1877 Martí regresó brevemente a México para casarse el día 20, en la Catedral Mexicana, con la camagüeyana Carmen Zayas Bazán, regresando de inmediato a Guatemala para continuar con sus responsabilidades docentes. Una vez en Guatemala Martí comenzó a estudiar con detenimiento lo que llamó «la paradoja guatemalteca.»
El Presidente Justo Rufino Barrios había apoyado resueltamente la guerra del ‘68 iniciada en Cuba por Carlos Manuel de Céspedes, e inclusive había ofrecido refugio a los veteranos cubanos que huían del alcance de las armas españolas durante la guerra. Por otra parte, debido a su trato hacia los Mayas —cuya única riqueza era la tierra que cultivaban— la prensa de los Guatemaltecos exiliados en México caracterizaba a Barrios como «un caníbal, una pantera, un sátrapa oprobio de la humanidad,» debido a la expropiación de las tierras indígenas sin cultivar y la legislación de su gobierno en favor del reclutamiento forzado de los Mayas para trabajar en el cultivo intensivo de las plantaciones de café durante el corto período de la cosecha.

Inicialmente, las políticas de Barrios impulsando el crecimiento económico y el gobierno secular en Guatemala, la promesa de una transformación económica que mejoraría el estándar de vida de la población indígena, las ventajas de mezclar las dos culturas —india e hispánica— para sintetizar una nueva y moderna sociedad, y la actitud de simpatía de Barrios hacia la independencia de Cuba, fueron poderosos alicientes que atrajeron a Martí al pensamiento de Barrios. El 26 de Marzo Martí logró conocer al Presidente y —aunque no hay transcripciones de la conversación— es evidente que Martí simpatizó con él desde ese momento.

martes, 13 de septiembre de 2011

En Torno a una Carta Inédita de José Martí a Manuel Mercado* (Primera Parte)

*  Por el Dr. Raul Chao.

El 8 de Febrero de 1875 José Martí llegaba al puerto mexicano de Veracruz para reunirse con su familia en la capital mexicana. Acababa de graduarse en Derecho Civil y Canónico en la Universidad de Zaragoza en Octubre del año anterior. Martí se había embarcado hacia América desde el puerto de Le Havre, terminando así su primer destierro en España vía Paris (donde conoció a Víctor Hugo) y Nueva York (donde estuvo 12 días).
Don Mariano Marti

Leonor Pérez


En Cuba ardía la Guerra de los Diez Años. Sabiendo que José Julián no podía volver a su país, sus padres Don Mariano Martí (1815-1887) y Doña Leonor Pérez (1828-1907) se habían mudado a Ciudad México en 1874 con el objeto de poder allí reunir a toda la familia cuando llegara José Julián de España. Con Mariano y Leonor habían emigrado a México todas las hermanas de Martí: Ana (1856-1875, que falleció un mes antes de la llegada de Martí); Leonor, La Chata (1854-1900); María del Carmen, La Valenciana (1857-1900); María del Pilar (1859-1865); Rita Amelia (1862-1944); Antonia (1864-1900) y Dolores, Lolita (1865-1870).

Horas después de desembarcar en Veracruz José Martí comenzó su largo y empinado camino a Ciudad México –siguiendo la misma senda que un día hiciera Simón Bolívar- y el día 10 de Febrero llegó a la estación de ferrocarril Buenavista (Insurgentes y Puente de Alvarado), inaugurada en Enero de 1873 por el Presidente Sebastián Lerdo de Tejada (1823-1889) para conectar por vía rápida la capital con el puerto de Veracruz. En 1872 Benito Juárez (1806-1872) había muerto de un ataque al corazón. Lerdo de Tejada fue su sucesor como Ministro del Exterior de la República Mexicana. Juárez había sido el primer presidente mexicano indígena y no-militar; había resistido la ocupación francesa y restaurado la República en 1867 tras la muerte del Emperador Maximiliano (1832-1867).


Ese 10 de Febrero en la estación de Buenavista esperaban a Martí su padre, Don Mariano, y un funcionario Michoacano que vivía en los altos de la casa de Don Mariano: Manuel Mercado (1838-1909), secretario del Ayuntamiento de Ciudad México. Los Mercado y los Martí residían en la Calle Moneda cerca del Zócalo, un barrio prestigioso de la ciudad por su cercanía a la sede del gobierno nacional. Manuel Mercado tenía entonces 37 años; José Martí 22.
Manuel Mercado


Durante los próximos 20 años José Martí desarrolló una fraternal amistad con Manuel Mercado, manifestada por más de 140 cartas que Mercado recibió de Martí desde diferentes países y que conservó intactas hasta el día de su muerte en 1909. En esa correspondencia ambos compartieron desde cuestiones personales y familiares hasta opiniones políticas y criterios sobre países y gobernantes de actualidad. Martí, por ejemplo, dedicó su última e inconclusa carta –que es considerada como su testamento político- a Manuel Mercado. La carta fue escrita desde Dos Ríos el 18 de Mayo de 1895; a la muerte de Martí, al día siguiente, la carta cayó en manos españolas, las cuales la entregaron a Carmen Zayas Bazán (1853-1928), la viuda de Martí junto con otras posesiones del Apóstol.


Durante sus dos años de estancia en México (1875 y 1876) José Martí –por gestiones de Manuel Marcado- trabajó en la redacción de la Revista Universal, publicando sus artículos bajo el seudónimo de Orestes. Martí se integró plenamente a la vida Mexicana y cuando la familia entera de los Juárez asistió a una representación teatral de una obra de Martí en Ciudad México en 1875, conoció al poeta santiaguero Pedro Santacilia (1834-1910), casado con Manuela, la hija primogénita de Benito Juárez.
Pedro Santacilia


Santacilia, uno de los grandes valores cubanos casi desconocidos, fue quien obtuvo de Juárez el reconocimiento de la beligerancia de los mambises durante la Guerra del ‘68, lo cual agradeció Carlos Manuel de Céspedes en una carta al Presidente Juárez el 9 de Junio de 1869. A partir de entonces los puertos mexicanos recibieron y abastecieron a barcos con la bandera cubana. Fue también Santacilia quien publicó en 1858 una antología poética titulada El Laúd del Desterrado en la que incluyó poesías patrióticas suyas y de José María Heredia, Miguel Teurbe Tolón, Juan Clemente Zenea y otros poetas. El Laúd del Desterrado ha sido estudiado y analizado críticamente en años recientes por Matías Montes Huidobro, el gran crítico e historiador literario cubano. Cuando la República de Cuba inauguró su primera sede diplomática en Ciudad México, el 20 de Mayo de 1902, el primer cubano en inscribirse y reclamar la ciudadanía, a los 68 años de edad, fue Pedro Santacilia, del cual se cuenta que comentó al recibirla «¡Qué agradable es eso de ser paisano de Heredia, de Martí y de Maceo!»
Presidente Sebastian Lerdo

General Porfirio Diaz


El 8 de Agosto de 1875, actuando como corresponsal en la inauguración de una escuela primaria en el poblado de La Magdalena, cerca de la capital, Martí conoció al Presidente Mexicano Lerdo de Tejada, al cual desde entonces respaldó, oponiéndose a los esfuerzos del General Porfirio Díaz (1876-1911) cuando este trataba de obstaculizar su gobierno. Ya desde el 1875 habían comenzado los movimientos insurreccionales en contra de Lerdo de Tejada capitaneados –se rumoraba- por el General Porfirio Díaz. La rebelión se basaba en el rechazo de ciertas medidas impopulares de la administración de Lerdo: la incorporación a la Constitución de las leyes anticlericales de la Reforma, i.e., la expulsión de los jesuitas, la secularización de la enseñanza y la prohibición de manifestaciones religiosas fuera de los templos, entre otras.

El alzamiento de Porfirio Díaz se hizo realidad el 10 de Enero de 1876 cuando este proclamó el Plan de Tuxtepec, en virtud del cual se desconocía la presidencia de Lerdo de Tejada y se despedían todos los funcionarios nombrados por él. Martí decidió abandonar México el 16 de Noviembre de 1876, una vez perdida la Batalla de Tecoac, en el Estado de Tlaxcala, que dió el triunfo a los ideales porfiristas enarbolados en el Plan de Tuxtepec y en la que por poco perece el propio General Porfirio Díaz.

lunes, 12 de septiembre de 2011

Este jueves: Presentación del libro Republican Cuba del Dr. Raúl Chao

 


Cremata Gallery Presents
Republican Cuba
by Raúl E.Chao
Thursday, September 15th, 2011

Location: Cremata Gallery, 1646 SW 8th St.

Date: Thursday, September 15th, 2011

Time: 7:00 p.m.

ABOUT THE BOOK REPUBLICAN CUBA

This book reviews events, champions, heroes and anti-heroes during the fifty years of Republican Cuba. The author has succeeded in presenting a very complete panorama of what Cuba was during its republican times. From Estrada Palma to José Miguel Gómez, Menocal, Machado, Batista, Grau, Prio… every presidency studied in detail. From gangsters to botelleros, from honest politicians to charlatans. Every important event is presented in its proper dimension and context. The book is meant for those who wish to know the history and explore the paradox of Cuba: a land blessed by nature, flush with generous and good human talent, but unexpectedly fallen prey to ambitious and unscrupulous men who did not stop at separating families, killing their brothers and sisters while exploiting Cuba’s bounty for their private use.

Republican Cuba covers from the independence of the island in 1902 to the demise of its liberties in 1959, when it was taken over by the Communists. It shows the strides and sacrifices of many Cubans trying to build a new nation and how a few men destroyed their efforts and brought about poverty, lawlessness, executions, fear and misery, just to justify their hunger for power. This book is the story of the first half of the XX century in Cuba, when its citizens were learning how to govern themselves; they made lots of mistakes but the Republic had become a progressive and prosperous nation until the Communists took it over, throwing more than a million Cubans into exile.

The presentation will be done in Spanish, but this first edition is written in English. Just published on July 14, 2011, the book is 494 pages perfect-bound in paperback, published by Dupont Circle Editions with over 1200 historical photographs, many of them seen for the first time.

After the presentation we’ll have the opportunity to meet the author. Wine & hors d’oeuvres will be served.

Valet parking available

R.S.V.P.: lourdes@crematagallery.com

Cremata Gallery
1646 SW 8th St.
Miami, Florida 33135
T: 305 644 3315
C: 305 300 0068

Olga Nodarse Chao
T 305-799-5855
olganodarsechao@gmail.com

miércoles, 3 de agosto de 2011

Falleció en Miami José I. Rivero

Diario Las Americas


Publicado el 08-03-2011
Por Gustavo Pena Monte

Gustavopena@diariolasamericas.com

Ha fallecido en Miami, en la mañana de este miércoles, un héroe de la libertad de expresión, el periodista José Ignacio Rivero, quien en Cuba fuera director del centenario Diario de la Marina, hasta que las turbas azuzadas por el dictador Fidel Castro asaltaron el periódico y él se vio forzado al destierro.

Fuera de su patria, Rivero continuó luchando contra el régimen comunista y escribió sus columnas en importantes publicaciones de Europa, Estados Unidos y Latinoamérica.

Desde el primer momento Diario las Américas se honró en contarlo entre sus principales columnistas.

Al conocer la noticia, el director de Diario las Américas, Dr. Horacio Aguirre, comentó: “Con la muerte de José Ignacio Rivero, Cuba ha perdido a uno de sus más egregios ciudadanos y el periodismo continental ha perdido una figura sobresaliente en la lucha por la libertad de expresión y por la información moralizadora y bien concebida”.

Rivero nació en La Habana, Cuba, el 28 de octubre de 1920, se educó en el Colegio de Belén de los padres jesuitas en La Habana y se graduó de high school en The Choate School, de Wallingford, Connecticut, EEUU. Estudio periodismo en la Universidad de Marquette, Wisconsin.

El Diario de la Marina fue toda una institución en Cuba. Fundado en 1832. Don Nicolás Rivero y Muñiz fue el primer miembro de la familia Rivero en dirigir el periódico. A su muerte, en 1919, le sucedió en la dirección su hijo José I. Rivero (Pepín) hasta su muerte en 1944. Poco después José Ignacio Rivero asumió esa dirección, cargo que ocupó hasta el cierre que se produjo en forma violenta por el régimen comunista de Fidel Castro en mayo de 1960.

El Diario de la Marina sostuvo siempre su defensa a los principios cristianos, a la libre empresa y a la propiedad privada. Desde el primer momento de la toma del poder por Castro, Rivero nunca se equivocó y vio la amenaza del comunismo totalitario contra el que comenzó a predicar en sus columnas Relámpagos, las mismas que siguió publicando durante muchos años en Diario las Américas.

Entre los muchos honores recibidos en el destierro, figuran entre otros el doctorado honoris causa que le entrego su alma mater, la Universidad de Marquette en 1961. En 1960 The Americas Foundation le otorgó su más alto galardón.

A su llegada al exilio, la Sociedad Interamericana de Prensa (SIP) le había otorgado por unanimidad el premio de “Héroe por la Libertad de Prensa”.

Al anunciar la muerte de su padre, su hija Beatriz lo calificó como un esposo y un padre excepcional, un padre de familia que supo dar amor a todos en el hogar, lo mismo en Cuba, durante los meses de acoso por parte del régimen, como al encarar el exilio primero en España y luego en Estados Unidos y Puerto Rico.

“Lo más grande para él era su familia y su patria. Pensaba en Cuba todos los días de su vida. Era un hombre enamorado de su patria y sufrió tanto al verla encadenada. El sueño de su vida era volver a una Cuba en libertad”, agregó Beatriz.

Al consignar la noticia de su muerte, Diario las Américas hace llegar su más sentido pésame a sus hijas, María de Lourdes, Beatriz, Inés María y Magdalena, a sus nietos, bisnietos y demás familiares.
Que descanse en la paz de Dios.

martes, 2 de agosto de 2011

Un día como hoy



Emeterio S. Santovenia en “Un Día Como Hoy” de la Editorial Trópico, 1946, páginas 435-436 nos describe los acontecimientos del 2 de agosto de 1911 en la Historia de Cuba:
  “Bayamo vio nacer a José Joaquín Palma el 11 de septiembre de 1844. Pudo pronto observar la presencia de un talentoso, admiro en seguida las primicias de otro bardo suyo y se sintió al cabo lisonjeado ante 7a gloria legítima del hijo esclarecido. En Bayamo, en el Bayamo donde se deslizo el primer cuarto de siglo de su vida, Palma comenzó a poner de manifiesto la fluidez e inspiración de su estro y fue La Regeneración el periódico al que cupo la buena suerte de recoger los versos juveniles de aquel cuya musa siempre, aun en horas de fragor, exhibió dulces ternezas y melodías.

“Ese espíritu, sensible, melancólico y candoroso, fue también capaz de contribuir a decisiones extremas, a empeños magníficos, a hechos gloriosos. La Revolución, en cuya preparación había tomado parte, lo tuvo en servicio activo desde octubre de 1868. Bajo el banderín de enganche abierto por él en El Dátil sentó Máximo Gómez plaza de recluta en las filas del Ejército Libertador. Cuando salió a la luz el primer número de El Cubano Libre apareció Palma de director del periódico insurrecto. Fue patriota apasionado, sincero y honrado, presto al sacrificio y a entonar melifluas endechas, raudales de memorias y realidades, ora tristes, ora impregnadas de amor, gozo y esperanzas.

“José Joaquín Palma poseyó cabal concepto de la obra que tocaba realizar a la Revolución. Al cabo de un lustro de llevar existencia de guerrero en los campos de Cuba marcho sucesivamente a Jamaica, Nueva York y la América del Centro. Desde lejos observo -el pecho desgarrado por el dolor, pero la frente altiva- el derrumbe de la creación revolucionaria en cuyos cimientos tanto había trabajado. Luego, en la tregua, nadie llevo en el corazón más fidelidad ni más amor a la patria encadenada. Quiso a su país sin titubeos ni decaimientos, y lo sirvió con sus talentos y fervores.

“El poeta bayamés alcanzó fuera de Cuba triunfos brillantes. De manos de Marco Aurelio Soto, presidente de Honduras, recibió, en solemne acto público, la medalla de oro con que fue premiada su oda A Honduras en su primera Exposición Nacional. Mereció la alta distinción y experimentó el justo orgullo de ser el autor de la letra del himno nacional de Guatemala. También en tierra extraña, en Tegucigalpa en 1882 y en Guatemala en 1900, pudo ver editadas sus Poesías. En Guatemala ostentó, con decoro para Cuba, la representación de la República desde su instauración hasta que, en 2 de agosto de 1911, expiró en la capital de la propia Guatemala.”

lunes, 1 de agosto de 2011

Foto histórica

El general José Miguel Gómez y Gómez, president de Cuba entre 1909 y 1913.

viernes, 29 de julio de 2011

Documento histórico


Carta del Mayor General Enrique Loynaz del Castillo. El presidente al cual se refiere era el Mayor General Mario G. Menocal y Deop.

jueves, 28 de julio de 2011

Foto histórica


Escritorio del presidente Tomás Estrada Palma, localizado en el Palacio de los Capitanes Generales (antiguo Palacio Presidencial).