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viernes, 25 de diciembre de 2009

Guillermo Belt Ramírez

Hace dos décadas falleció el Dr. Guillermo Belt Ramírez, uno de los diplomáticos mas emblemáticos de la República de Cuba. A contrario de las actitudes vulgares y anti protocolares de la diplomacia castrista, la vida del Dr. Belt refleja la distinción y el carácter de la diplomacia cubana durante la era democrática de Cuba.


El Dr. Guillermo Belt Ramírez nació el 14 de julio de 1905 en La Habana. Sus padres fueron Jorge Alfredo Belt Muñoz, Secretario de la Presidencia en el gobierno del Presidente Tomás Estrada Palma, y María Ramírez Kavanagh. Su abuelo, John Benjamin Belt, oriundo de Beltsville, Maryland, EE.UU, viajó a La Habana siendo joven y se casó con una cubana, Carmen Muñoz Baena. Como simpatizaba con la causa confederada durante la Guerra Civil norteamericana, decidió radicarse en Cuba tras el conflicto. El Dr. Belt Ramírez cursó sus estudios de bachillerato en el Colegio de La Salle en La Habana. Estudió Derecho en la Universidad de La Habana, graduándose en 1925. Luego llevó a cabo estudios de posgrado en la Universidad de Cornell en Nueva York.

Luchó contra el gobierno del General Gerardo Machado y, tras la caída de éste en 1933, fue nombrado Secretario de Instrucción Publica en el gobierno del Presidente Carlos Manuel de Céspedes Quesada. También ocupó el cargo de Ministro Sin Cartera. El 18 de enero de 1935 fue nombrado Alcalde de La Habana al renunciar al cargo el Dr. Miguel Mariano Gómez Arias. Durante su alcaldía fundó el Hospital Infantil de La Habana, restauró la Plaza de Armas, y devolvió los nombres antiguos a las calles habaneras. Renunció a su cargo el 5 de febrero de 1936. Se casó con Elisa Martínez-Viademonte, hija del eminente jurista y Ministro de Estado cubano, Dr. José Agustín Martínez Viademonte. Juntos tuvieron cinco hijos: Guillermo, José Agustín, Noel, Marilys y Juan.

En 1944, tras la elección del Dr. Ramón Grau San Martín a la Presidencia de la República, el Dr. Belt fue nombrado representante de Cuba ante el Consejo de la Unión Panamericana, antecesor a la Organización de Estados Americanos (OEA). Al mismo tiempo fue nombrado Embajador Extraordinario y Ministro Plenipotenciario de Cuba en los Estados Unidos. Simultáneamente ejerció el mismo cargo ante la Unión Soviética.

Con el fin de la Segunda Guerra Mundial, le tocó a Cuba jugar un papel importante en los debates sobre la posguerra. Cuba participó activamente en los debates de la redacción de la Carta de las Naciones Unidas, expresando su oposición al poder de veto que se le daba a las cinco potencias que salieron victoriosas después de la Guerra (Estados Unidos, el Reino Unido, Francia, China y la Unión Soviética) porque lo consideraba antidemocrático e injusto para las naciones más pequeñas. También defendió la posición de América Latina en relación a la ONU, logrando en definitiva la creación de mecanismos regionales. El Dr. Belt, como jefe de la Delegación de Cuba, junto al Dr. Ernesto Dihigo y López-Trigo, tuvo el honor de firmar la Carta de las Naciones Unidas en San Francisco, California el 26 de junio de 1945.


En 1947 en Rio de Janeiro, los países latinoamericanos firmaron el Tratado Inter-Americano de Asistencia Recíproca, un pacto de defensa colectiva para el hemisferio. En esa ocasión, el Embajador Belt, expresando las ideas del Presidente Grau, declaró que también era importante proteger a los países del hemisferio contra amenazas y agresiones de tipo económico. Esta Doctrina de Agresión Económica, también conocida como la Doctrina Grau, no fue aprobada en Rio de Janeiro. Sin embargo, los países de América Latina apoyaron la propuesta en la Novena Conferencia Inter-Americana, llevada a cabo en Bogotá en 1948, y fue incluida en el Artículo 16 de la Carta de la Organización de Estados Americanos, aprobada en dicha reunión.

El 19 de abril de 1948, el Embajador Belt pronunció un discurso ante una Sesión Conjunta del Congreso de los Estados Unidos con motivo del 50 aniversario de la Guerra Hispano-Americana y la Independencia de Cuba de España. A comienzos de su gobierno, el Presidente Carlos Prío Socarrás le ofreció otro alto cargo diplomático, en Europa, que el Dr. Belt declinó. En 1949 regresó a La Habana con toda su familia y se reintegró a su actividad profesional como abogado y notario y como profesor de Derecho Internacional en la Universidad Católica de Santo Tomás de Villanueva. Al llegar la dictadura castrista en 1959, el Dr. Belt se encontraba en un viaje de negocios por Europa y decidió no regresar a Cuba. Vivió en México hasta 1961, cuando decidió radicar definitivamente en Washington, D.C. Allí trabajó con grupos de exiliados cubanos para tratar de persuadir al gobierno norteamericano que mantuviera una postura firme en contra del gobierno comunista de la isla.

Por su prestigio a nivel nacional e internacional, le fueron otorgadas varias condecoraciones a lo largo de su ilustre carrera. Entre éstas destacan la Gran Cruz de la Orden Nacional de Mérito Carlos Manuel de Céspedes (Cuba), la Gran Cruz de la Cruz Roja Cubana, la Gran Cruz de la Orden de San Silvestre (Papal), la Legión de Honor (Francia), la Gran Cruz de la Orden de Pétion (Haití), la Gran Cruz de la Orden de Omayan (Siria), la Orden del Cedro del Líbano y la Orden de Nichan Iftikhar (Túnez).

El Dr. Belt falleció el 2 de julio de 1989 a los 83 años tras complicársele una operación. Su legado y su perspectiva cosmopolita aun viven en su familia. Su hijo Guillermo ocupó altos cargos dentro de la OEA; sus hijos Noel y Juan desempeñaron importantes cargos como economistas en el Banco Interamericano de Desarrollo y en la Agencia Internacional para el Desarrollo, respectivamente; y su bisnieto, Daniel Mendoza, acaba de realizar un documental sobre la actual crisis humanitaria en Darfur, Sudan, que ha sido acreedor a varios premios.

También vive en la memoria de todos los que recuerdan el papel activo y solidario que jugó una Cuba libre ante el mundo. Necesitamos rescatar el prestigio diplomático y la visión cosmopolita del Dr. Belt y de los diplomáticos de su época. Solo así se puede acabar con 50 años de “diplomacia” vulgar, egoísta e insular por parte del régimen castrista.

jueves, 24 de diciembre de 2009

Rafael Orizondo Olmo

Al conmemorarse este pasado 3 de junio el centenario del natalicio del Dr. Rafael I. Orizondo Olmo, debemos estudiar la vida y obra de este líder cubano.
El Dr. Orizondo nació en Sancti Spíritus, Las Villas en 1909. Cursó sus estudios primarios en el Colegio de La Salle y los secundarios en el Colegio Carlos de la Torre (presbiteriano) en su pueblo natal. Estudió Derecho Civil y Público en la Universidad de La Habana. También se hizo Notario Público.
Comenzó su carrera de servicio público como fundador del Partido Revolucionario Cubano (Auténtico) en Sancti Spíritus. Además fue delegado a las Asambleas Municipal, Provincial y Nacional del PRC(A). También fue abogado de la fábrica de productos lácteos Nela. Apasionado del dominó, prefería acudir todas las tardes al local del sindicato de trabajadores de la fábrica en vez de jugar en los centros sociales del Municipio.
Sirvió como Juez de Instrucción, responsable de instruir los cargos a los acusados de delitos. En 1944 fue electo Alcalde de Sancti Spíritus por el PRC(A). Entre sus obras principales destacan la pavimentación de las calles, las cuales, hasta el momento, eran empedradas al estilo colonial. Fue reelecto al cargo en 1946. Según el número de electores del Municipio de Sancti Spíritus, fue el alcalde que recibió el mayor porcentaje de los votos en Cuba.


En 1957, fue nombrado Embajador de Cuba ante el Estado de Israel. En aquel momento, este era el único país del Medio Oriente que había establecido relaciones diplomáticas con Cuba. Como embajador, pudo representar a la República ante el gobierno del Primer Ministro David Ben-Gurion. Ocupó el cargo hasta la llegada del régimen castrista en 1959.


Salió de Cuba en 1961, radicando primero en La Victoria, Venezuela. Allí trabajó en el departamento legal de una empresa avícola. En 1963, se mudó a Chicago, donde trabajó en una empresa de exportación en importación y en un banco comercial.
Finalmente, en 1977 se trasladó a Miami. Allí murió el 16 de mayo de 1999, rodeado por sus hijos y nietas.
Su hijo, el destacado reportero Rafael Orizondo, lo recuerda como “un cubano apasionado. Lector infatigable, ameno conversador, amigo de sus amigos. Nunca se le ‘subió’ el cargo a la cabeza y se consideraba un ciudadano igual a cualquiera, por humilde que este fuera. Por eso ‘conectó’ tan bien con su pueblo.” Además, “era célebre por su innato sentido del humor y su talante popular y democrático.”
Tras 50 años de dictadura, la historia del Dr. Orizondo, como la de tantos otros líderes de la Cuba democrática, ha sido relegada a la memoria de los que conocieron su obra. Las nuevas generaciones tenemos la responsabilidad de indagar y compartir la historia de cubanos como estos.