jueves, 24 de febrero de 2011
Un Día Como Hoy: El Grito de Baire
Emeterio S. Santovenia en “Un Día Como Hoy” de la Editorial Trópico, 1946, páginas 115-116 nos describe los acontecimientos del 24 de febrero de 1895 en la Historia de Cuba:
“Las instrucciones enviadas desde Nueva York por Martí a su delegado en La Habana, ya avezado servidor de Cuba en medio de peligros y persecuciones, Juan Gualberto Gómez, había puesto en movimiento a los comprometidos a llevar la nueva demanda contra España. El entusiasmo, de antes prendido en los pechos honrados, se sentía entonces más inflamado que nunca. La hora de renovar las viejas proezas de la guerra se aproximaba. Más aún: parecía advenir el día de la felicidad misma del pueblo cubano. Las cadenas arrastradas durante cuatro siglos pesaban demasiado, y el solo hecho de decidirse a romperlas era como sacudir un profundo letargo.
“En Cuba existía fuerte raigambre de descontento y enemiga hacia los procedimientos que el régimen colonial se empeñaba en perpetuar con daño para los intereses inmanentes del país. El incumplimiento de promesas hechas en momentos solemnes, el atraso padecido por la mayoría, la corrupción administrativa y del pueblo de la Isla y las trabas con que tropezaban manifestaciones esenciales del progreso colectivo alimentaban los naturales anhelos de independencia. La certidumbre de que sólo por medio de las armas alcanzaría Cuba una situación más libre y próspera crecía sin cesar.
“La salida de Juan Gualberto Gómez de La Habana, los aprestos del grupo dirigido en Manzanillo por Bartolomé Masó y la ausencia de Santiago de Cuba de muchos de los señalados como fáciles a tomar las armas de la rebeldía, con otras novedades de parecida índole, fueron síntomas inequívocos de que la guerra estaba pronta a estallar. La fe patriótica tuvo que experimentar favorables reacciones. Los clanes del Partido Revolucionario Cubano iban a entrar en franco período de ejecución. La obra preparada a costa de sacrificios y amarguras en la emigración, bajo la jefatura del Apóstol, comenzaría a traducirse en el desplome del sistema colonial.
“Varios fueron los grupos de conspiradores que el 24 de febrero de 1895 se lanzaron a los campos de Cuba en son de guerra contra la dominación española. Guantánamo, Bayate, Baire, Ibarra y Jagüey Grande se señalaron como lugares en que se manifestó el espíritu bélico de los separatistas. Estos núcleos de sublevados no corrieron igual suerte. El de Ibarra, capitaneado por Juan Gualberto Gómez y Antonio López Coloma, fue deshecho. El de Baire alcanzó especial atención, a pesar de haber estado acompañado de una rara mezcla de propósitos autonomistas y emancipadores. El de Bayate, conducido por Bartolomé Masó, tuvo, la virtud de resistir a todas las tentaciones insinuadas por los defensores de la Colonia. El movimiento del 24 de febrero se salvó del fracaso que por tantos caminos buscaron los adversarios de la independencia. Y la subsistencia del esfuerzo feral aseguró el avance de la lucha concebida y plasmada por José Martí.”
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